New York, New York: Elegir vivir entre los muertos
- nebulawblog
- 13 ene
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En esta obra, el claro protagonista no es otro que Nueva York, con Nicolas Cage como el encargado de acercarnos a su esencia. La narrativa comienza con Frank Pierce, un paramédico consumido por la culpa de no haber podido salvar a una joven de 18 años. Este episodio lo persigue, convirtiéndose en una sombra constante en su vida. Pero llega una nueva oportunidad que desencadenará los eventos de la historia: un paciente que logra revivir gracias a una intervención inesperada, marcada por la música de Sinatra. Este momento simbólico sugiere que, para que Nueva York sane, debe volver a esos tiempos pasados de gloria.
A partir de este punto, la trama se centra en la relación de Frank con la hija del paciente, quien se convierte en su guía espiritual. Ella representa no solo el eco del caso fallido que lo atormenta, sino también una posibilidad de redención o destrucción.
La película ofrece un retrato magnífico y decadente de Nueva York en los años 90. Las representaciones visuales y narrativas hablan por sí mismas, destacando la ciudad como un organismo enfermo. Un ejemplo claro es el hospital “Nuestra Señora de la Misericordia”, cuyo nombre irónicamente señala una transformación: las iglesias ahora son hospitales llenos, y los paramédicos han tomado el rol de curas. Esta idea se refuerza cuando Frank siente que, al salvar a alguien, es Dios quien actúa a través de él, aunque sea por unos segundos.
Nueva York también se presenta como un infierno terrenal, donde el protagonista actúa como narrador, destacando ciertos casos y viendo a los afectados como espíritus atrapados. La circulación de la droga, aunque tratada de forma anecdótica, revela el deterioro de la ciudad. Esto se evidencia cuando Frank dice: “La ciudad no distingue a nadie” y la cámara se desplaza hacia su compañero paramédico violento, enfatizando la indiferencia brutal del entorno.
Un descenso al infierno: Frank y sus guías
Frank es un Dante moderno, guiado por diferentes figuras en su viaje por este infierno urbano.
• El primero: Un compañero racional y pragmático, que logra lo que Frank no puede. Este guía está presente cuando Frank aún conserva algo de su estabilidad, pero lo abandona cuando su crisis lo supera y solo queda recurrir a Dios.
• El segundo: Un ultra católico que ve todo con ojos divinos. Este guía también desaparece cuando Frank desciende más profundamente al infierno, consumiendo drogas y acercándose a los espíritus que antes narraba.
• El último: Un guía violento y completamente consumido por el caos de la ciudad. Este personaje refleja el estado crítico de Frank, potenciando su deterioro emocional y físico.

El desenlace conecta a la hija del paciente con la joven que Frank no pudo salvar, ambas figuras que simbolizan sus heridas internas. La última postal del filme, con Frank junto a una representación de María, indica que ha tomado una decisión crucial: ha elegido vivir, a pesar de estar rodeado de muerte. Sin embargo, también queda claro que Nueva York, ese monstruo urbano, no ofrecerá más ayuda.



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